sábado, 13 de octubre de 2007

The Last Waltz



Hoy estamos aquí para hablaros de una de las películas fundamentales en la historia del rock & roll. The Last Waltz. Así como obviamente en Canadá son semidioses, aquí en España The Band nunca tuvieron la difusión que, teniendo en cuenta sus aptitudes como instrumentistas y su calidad compositiva merecían. Por eso, en nuestro país se les asocia casi únicamente como el grupo que acompañó a Bob Dylan en un par de giras durante finales de los años 60 y en los 70. Por lo tanto, y partiendo de esta idea, sería conveniente para el lector hacer una pequeña reseña de quiénes eran realmente estos tíos y a qué es debida su importancia en la historia de la música del siglo XX. La formación definitiva de The Band, o lo que es lo mismo, Robbie Robertson, Rick Danko, Levon Helm, Richard Manuel y Garth Hudson comenzó sus andaduras musicales como acompañante del músico Ronnie Hawkins ya a principios de los 60. Eran unos músicos dotados con un talento fuera de lo común que en este caso ofrecían sus servicios al primitivo rock & roll de Hawkins para sus giras por Estados Unidos. Pero su historia como banda iba a tomar un giro definitivo el día que Dylan les echó el ojo. Fueron reclutados como banda para acompañarle en directo para su gira del 66 y prácticamente considerados protagonistas de la “electrificación” del hasta ese momento clásico sonido folk del amigo Bob. Ya durante esa gira y en “The Basement Tapes” se va esbozando y podemos ir adivinando lo que será el sonido clásico de the Band. Esto viene a ser, simplificando mucho y sin querer aburrir al personal, una mezcla de la música tradicional americana combinada con constantes ramalazos rock, blues, y soul. Su primer disco y probablemente el más celebrado fue Music From Big Pink. Antes de que protagonizaran este glorioso “último vals” del que quiero hablaros, fueron protagonistas en el festival de Woodstock, un lugar que era realmente su segunda casa y donde habían grabado con el propio Dylan. Lo cierto es que una vez establecidos como grupo independiente sin la necesidad de tener que amoldarse al estilo de ninguna estrella fue cuando la banda encontró su particular sonido y lo fue desarrollando con un nivel excelente al mismo tiempo que se perfeccionaban como unos auténticos virtuosos. El caso es que nuestros amigos estuvieron girando ininterrumpidamente durante unos 16 años ofreciendo esta combinación de sonidos sólo, y como nos gusta decir en “Con elegancia”, para paladares exquisitos.
Después de tanta vida en la carretera y el consecuente desgaste al que se ven sometidos los músicos, la banda decide poner punto y final a su carrera grabando “The Last Waltz”. Es una película dirigida por Martín Scorssese que recoge su concierto de despedida el 26 de noviembre de 1976 en el teatro Winterland de San Francisco. El film es acojonante de principio a fin e intercala las canciones del directo con entrevistas en las que los miembros de la banda van desgranando aspectos y anécdotas de su carrera. Lo que es el concierto puro y duro se transforma, como advierte el propio Robertson, en una celebración. Por ese escenario de San Francisco, the Band va interpretando sus clásicos acompañándose sucesivamente de auténticos dioses del rock. La lista de invitados no puede ser mejor. Por alli desfilan: Ronnie Hawkins, Dr John, Eric Clapton, Neil Youg, Joni Mitchell, Van Morrison y Neil Diamond entre otros, con la suma final de Ron Wood y Ringo Starr para interpretar “I Shall Be Released”. Pero por encima de todos hay un invitado que era irremediablemente el centro de atención, Bob Dylan, que nos enamora con su “Forever Young” y una sorprendente y rockera versión de “Baby, let me follow you down”
A un servidor de ustedes se le cae la baba divisando la “muvi”. El sonido es inmejorable. Hay momentos antológicos como la interpretación de Neil Young de “Helpless” que la lleva hasta límites insospechados, los guitarreos de Clapton y Robertson en “Further On Up The Road” o la interpretación que hacen junto con Muddy Waters de “Mannish Boy”. Además de ser unos poliinstrumentistas increíbles, tenían unas voces notablemente superiores a las de la mayoría de artistas del momento. ¿No me creéis? Escuchad a Rick Danko en “It Makes No Difference”. En las entrevistas, uno advierte que los tipos no solamente eran unos auténticos figuras en el escenario sino también fuera de él. Y tenían, creo que sin pretenderlo, un estilismo cojonudo. Dado que en “Con elegancia” tenemos una conocida debilidad por los sombreros, baste echar un vistazo a los que llevan nuestros amigos para darse cuenta de que lo que digo no es ninguna tontería. Es chocante comprobar que, teniendo en cuenta el petardeo de la época disco en la que se encontraban y que lo hortera en esos momentos estaba a la orden del día, este grupo conservaba una clase y una elegancia envidiables.
En fin, que al que lea esto quisiera decirle que por dios y por la virgen ponga la mula a funcionar para bajarse esta auténtica joya, y si es un sibarita de los buenos, que se acerque a comprarse la edición de lujo del dvd que mola más porque lleva una jam session hasta ahora inédita y más cositas bastante atractivas.
Decir también que después de este final, The Band, durante los ochenta volvió a reunirse para girar pero ya sin el guitarrista Robbie Robertson que siempre se cerró en banda a una posible reunión, convirtiéndose la banda por aquel entonces, desde mi punto de vista, en una simple sombra de lo que fueron. Vale, probablemente, dieran unos conciertos increíbles, pero ni por asomo esos tíos eran los mismos en vigor y actitud que aquellos cabrones que el día de acción de gracias de 1976 dieron una lección de tocar rock & roll.
En una de esas giras de los 80 Richard Manuel se suicidó perseguido por la depresión y el alcoholismo. Años después, la que, desde mi punto es la mejor voz del rock, la de Rick Danko, se apagó para siempre en 1999.
Pero siempre podremos recurrir a “The Last Waltz” para revivir esos momentos tan mágicos, para deleitarnos con estos musicazos, pera seguir creyendo para siempre en el amor a la música.

1 comentario:

PRG dijo...

Anibal, ¿tan dificil te resulta darle al intro de vez en cuando? ¡Es la tecla más grande del teclado!. Anda, arregla este post un poco, que asi to junto me da mucha pereza ponerme a leer.